Es 9 de octubre, festivo en la Comunidad Valenciana, y los alicantinos lo celebran, como cada año, yendo al Ikea de Murcia. Esto es un clásico en una provincia que, seguramente sin quererlo pero de forma evidente, demuestra su desafección al centralismo valenciano.
Los agravios comparativos de Alicante con respecto a Valencia se siguen produciendo en la era del Botànic, por más que se nos acaricie con consellerias de Innovación y Distritos Digitales.
Los alicantinos festejamos el Día de la Comunidad Valenciana «emigrando» a Murcia. Erorarí, que diría un alicantino de San Blas. Preferimos ver muebles a exaltar el recuerdo de la entrada a la ciudad de Valencia del rey Jaime I en 1238.
Asumimos comernos atascos antes que celebrar el trato injusto que recibe nuestra provincia; antes que festejar los miles de niños que siguen dando clase en barracones; antes que aplaudir el asimétrico reparto de las inversiones en infraestructuras en la Comunidad por parte del Consell.
Preferimos leer el catálogo de Ikea antes que llegir el Tirant Lo Blanc. Señores políticos, háganselo mirar.
«Bienvenidos a la República Independiente de Alicante». De tu casa, en Ikea, queríamos decir.
A lo mejor la respuesta es el más simple; es porque desde Alicante, al Ikea de Valencia hay 160 km y al de Murcia 50.