Íñigo Errejón, el político que ha vivido atrapado en «Al salir de clase» desde que acabó esa serie juvenil, ha contraatacado tras las denuncias por acoso sexual y violencia machista que ha recibido por parte de algunas mujeres, una de ellas -la de la actriz y presentadora Elisa Mouliaá– ya presentada en Comisaría y camino del juzgado, justo después de que anunciara que se retiraba de la política.
Ni corto ni perezoso, el ex portavoz de Sumar en el Congreso, más conocido en las redes sociales como Milhouse, ha decidido denunciar a todas las mujeres que alguna vez se han acostado con él (excluyendo a su madre, que lo hace cada vez que él tiene miedo) acusándolas de pederastas.
Según sus abogados, el rostro aniñado de Íñigo no solo es un rasgo físico, sino casi «una prueba irrefutable» de que su «verdadera edad emocional», a pesar de ser ya todo un cuarentón, siempre ha sido la de un adolescente salidorro.
«¡Ellas son las verdaderas abusadoras!»
«Miradme la cara», ha declarado Errejón en una rueda de prensa televisada por Nickelodeon. «¿Qué mujer en sus cabales no pensaría que estaba con un chico de 17… o 16, o incluso menos, cuando se iba a la cama conmigo? No se puede ignorar lo que mis ojeras de panda inocente y mi corte de pelo de primero de la ESO transmiten. ¡Ellas son las verdaderas abusadoras!«.
Según Errejón, este “terrible malentendido” entre él y sus compañeras de ejercicio físico compartido es, en realidad, culpa de las normas de la genética y no de sus actitudes y comportamiento. «La sociedad ha ignorado durante mucho tiempo el sufrimiento de los hombres atrapados en cuerpos de preadolescentes”, ha soltado mientras se repeinaba con saliva su clásico flequillo de estudiante de colegio concertado.
El equipo legal de l’enfant terrible (nunca mejor dicho) de la política española ha presentado un informe científico donde expone que Íñigo «se enfrenta cada día a prejuicios invisibles por tener la cara de un niño monaguillo atrapado en el cuerpo de un adulto metido en asuntos de alta política”.
A todo eso, Errejón añade indignado que sus ex parejas «deberían haber visto venir el problema» porque, al fin y al cabo, ¿qué hombre con barba rala y suspiros de soñador empieza una cita con un “¿quieres ver mis cartas de Pokémon”?
Puesto a dar detalles, el que fuera uno de los fundadores de Podemos incluso ha asegurado que no descubrió la sexualidad hasta que oyó cantar a Pablo Echenique aquello de «tócame la minga, Dominga».
Feminista de escaparate con actitudes de macho alfa tóxico
En su defensa, Errejón sostiene que su síndrome de Peter Pan le hace sentir un niño indefenso atrapado en un mundo de adultos crueles. «Yo no soy machista, ¡soy un niño incomprendido!», ha proclamado entre sollozos y antes de dar un sorbo a su vaso de leche con galletas.
Cuestionado por su feminismo de cartel, Errejón ha asegurado que cuando hablaba de “respetar a las mujeres” en realidad se refería a un respeto “interpretativo” o «poético». Según su lógica, él estaba subvirtiendo el patriarcado al estilo Memento, pero al revés. Sus discursos feministas serían ahora tan progresistas que cualquiera que no los comprenda está atrapado en un sistema opresivo de conceptos lineales, o algo así ha dicho.