Llevan años sumidos en la más absoluta de las incertidumbres. A ellos la curiosidad no les ha matado, como al gato, pero les reconcome a diario «y así no se puede vivir». Hablamos de los vecinos de Ciudad Elegida, a quienes nunca nadie les ha explicado para qué ha sido elegida.
«Sabemos que tenemos el segundo cartel-letrero más famoso del mundo, después del de Hollywood, pero realmente no tenemos ni pajolera idea de para qué ha sido elegida nuestra Ciudad Elegida», afirma Maru, la vecina del tercero C.
«Igual nos ha tocado algún premio o algo, pero como no sabemos nada, puede que hasta haya caducado», aventura Joaquín, del quinto D.
«A mí la gente, cuando se entera de que vivo aquí, me lo preguntan y se me queda cara de tonto porque no sé qué cojones contestar», se queja Agustín, del segundo B, que plantea añadir un signo de interrogante al final del cartel «para ver si el Ayuntamiento se da por aludido y nos explica para qué fuimos, somos o seremos elegidos».
«Sin salir de Alicante tenemos agravios comparativos: Ciudad de Asís y Ciudad Jardín no dejan lugar a dudas, pero lo nuestro…», señala Manoli, vecina del cuarto I, mientras observa desde la terraza las estupendas vistas de la ciudad a secas.
Así se suceden, una y otra vez, los lamentos de los residentes en las más de 2.000 viviendas de este barrio que adquirió tal condición oficialmente en febrero de 2018, tras más de veinte años reivindicando perder la denominación de Juan XXIII primer sector.
Algún vecino propone contactar con alguien de la extinta promotora inmobiliaria Calpisa, que fue la que desarrolló la macrourbanización, para ver si se pudiera arrojar algo de luz sobre el misterio.
Mientras tanto, Alicante seguirá contando con otro enigma más, equiparable al del por qué los ascensores del Castillo de Santa Bárbara están más tiempo averiados que en funcionamiento.