La reciente reapertura del acuario de la Plaza Nueva de Alicante ha venido acompañada de un considerable aumento en el número de consultas de oftalmología infantil.
Los expertos apuntan sin ningún género de dudas a una relación causa-efecto. Así lo explica el doctor George Aliojo: «Los niños buscan los peces, pero entre que hay pocos y se ve todo con dificultad, los pobres se dejan allí la vista«.
El reputado oftalmólogo asegura haber atendido ya doce casos de niños con vista cansada tras permanecer durante tres horas «esperando ver pasar al pez de colores».
Otros seis han sido diagnosticados de hipermetropía, mientras que uno se ha quedado estrábico al mirar, en lo que supone un hecho extraordinario, dos peces cruzándose.
La Asociación por la Salud Visual Infantil de Alicante (ASVIA) ha denunciado estos casos y reclama al Ayuntamiento que actúe al respecto.
«Que pongan unas lupas, luces LED o visores en 3D, porque lo que es ahora mismo, ahí no se ve una puta mierda, con perdón», declaró notablemente enfadada la portavoz de este colectivo, María del Mar Cul de Vas.
Según indicaron desde el Consistorio, la remodelada pecera cuenta con más de 200 ejemplares de 50 especies, unas cifras que no cuadran en absoluto ni a la citada asociación ni a los visitantes de la instalación.
«¿200 ejemplares de 50 especies? Como no cuenten el plancton o sean peces de esos que se confunden con el fondo, como los camaleones, yo te aseguro que ahí no hay más treinta pececillos», señala con rotundidad un padre asiduo de la plaza.
«Lo de las seis cubas, menudo invento. Un par de estrellas de mar que son paisaje y se mueven menos que el peluquín de Puig. ¿Cuánto dicen que se han gastado, 120.000 euros? Será en marisco mientras decidían cómo tomarnos el pelo», ironiza una madre harta de ver a sus pequeños llorar porque no ven nada en la pecera.
«Habría costado menos comprar un proyector de hologramas y que se vieran tiburones, orcas, calamares gigantes, a Nemo y a Dori, yo que sé… Te ahorras el sistema de limpieza, temperatura y el SPA de hidromasaje ése que han puesto para que los peces no palmen«, apunta un joven que tenía la nariz aguileña y ahora es chato tras tres días visitando el acuario.
«Cualquier cosa menos ese bodrio, que encima no puedes ni bajar con el carro. Es que hay que ser cafre para no pensar en poner una rampa, tanto para los carritos de los niños como para la gente con diversidad funcional. Qué mal el sixpartito de acuario que nos ha hecho el tripartito de gobierno«, señala un abuelo que pasea a diario por la zona con sus nietos y no puede acceder a la instalación.
«Si Cousteau levantara la cabeza… Bueno, no vería nada», sentenció el propietario de un negocio de la plaza, que cree que, tras el boom de visitas tras la reapertura, la gente dejará de ir porque «ves más bichos vivos en las vitrinas de una marisquería que ahí».
«¡Coño, si se veían más peces en las lonas publicitarias que cubrían el acuario durante las obras!», exclama un adolescente al que su madre le da una colleja por decir palabrotas.
«Por los peces pueden estar tranquilos, viven ajenos a todo y es imposible que se estresen, ya que por el cristal rayado tampoco pueden ver a nadie. Además, les duraría dos segundos el estrés en cualquier caso», afirma un biólogo del Instituto de Ecología y Fabadas Litoral.
Ante la polémica, fuentes municipales de la Concejalía que hace aguas estudian subvencionar la compra de gafas para aquellos niños cuya visión resulte afectada por las frecuentes visitas al acuario de la Plaza Nueva, según ha podido saber Viscalacant.