«Las normas son las normas y no se pueden hacer excepciones: no hay que coger nada que nos den desconocidos«. Así de rotundo e inflexible se ha manifestado un padre de Alicante que impide, año tras año, que sus hijos reciban caramelos de los nazarenos y penitentes de la Semana Santa.
Los niños han presentado una queja formal contra su progenitor ante la Junta Mayor de Hermandades y Cofradías de la Semana Santa de Alicante, ya que se sienten «discriminados», pero este órgano les ha contestado que no está en su mano hacer otra cosa que intentar dialogar con el padre para convencerle de que no hay peligro alguno.
El hombre ha asegurado que «no se fía» de gente desconocida «y menos aún de los que llevan la cara tapada«, en alusión a los capirotes que usan los nazarenos. «Además, ni que fuera la cabalgata de Reyes. Se supone que es tiempo de penitencia», añade refunfuñando.
Al margen de otras connotaciones históricas, los nazarenos reparten golosinas a los más pequeños para evitar que estos les tengan miedo, ya que sus atuendos pueden infundirles cierto temor o, cuanto menos, respeto.
El «Grinch» de la Semana Santa, como se ha venido a bautizar popularmente a este padre, también considera que los pasos de las procesiones no son «ecológicos», pues considera que el uso de la madera «promueve la tala de árboles y, con ello, la desaparación de nuestros bosques».
Por si fuera poco, el hombre, que también es animalista y antiespecista, ha denunciado que la procesión de la Burrita, que se celebró como cada año el Domingo de Ramos, promueve el maltrato animal porque «no se debe visibilizar como algo normal que las personas se suban encima de los pobres jumentos».
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