Tremenda la tragedia vivida por Sinforoso Junqueras, un vecino de La Florida que se sometió a una enucleación ocular, la extirpación del globo ocular a consecuencia de un tumor, y luego le sacaron el otro ojo que le quedaba al pagar el parking del Hospital General de Alicante.
La intervención quirúrgica fue todo un éxito gracias al buen hacer de los cirujanos del citado centro sanitario. El paciente permaneció dos semanas ingresado hasta que cicatrizó la herida y se halló en buenas condiciones.
Al ser dado de alta, Sinforoso abandonó su habitación en compañía de su primo Julián y ambos se dirigieron al parking del Hospital General de Alicante, donde había dejado estacionado su coche el día que ingresó para ser intervenido.
Pasó lo típico. No se acordaba dónde lo había dejado. Tras media hora de búsqueda con un solo ojo, y la inestimable ayuda de su primo Julián, logró dar con él. De ahí, a la caja para pagar. Y entonces llegó la dolorosa sorpresa.
Tras haber perdido un ojo por enfermedad, le sacaron el otro al ir a pagar el estacionamiento. Al pobre Sinforoso le corrían como mares los lagrimones por ambas cavidades al ver el montante total de la factura del aparcamiento.
Sabido es que en el parking del Hospital General de Alicante, uno de los más caros de la ciudad, le dan masajes a los vehículos, los limpian y, si es necesario, hasta les hacen la permanente y la manicura en las ruedas. Casos ha habido en que entró un Simca 1000 y su dueño salió con un Ferrari.
De ahí los altos precios, pero el caso de Sinforoso es inédito. Nunca antes le había llegado a costar a nadie un ojo de la cara, aunque sí se habían producido algunas paradas cardiacas por sus precios de infarto.
En su caso le ha supuesto la ceguera total, además de obligarle a renunciar a sus ansiadas vacaciones en el Caribe. «Ni que me hubieran echado mal de ojo», afirma apesadumbrado.