El influencer en las redes sociales Luis Barcala, también conocido por algunos como alcalde de Alicante, aprobará este jueves la ordenanza de la vergüenza, pero lo importante es que ha estrenado canal en TikTok y lo ha hecho dando una exclusiva personal que ha dejado a la gente boquiabierta: «Tengo que reconocer que sí: yo era más de Tigretón que de Phoskitos».
La revelación de este secreto que tan bien guardado tenía el mandatario alicantino ha levantado un gran debate ciudadano entre los partidarios de uno y otro pastelito. No se ha habla de otra cosa en la ciudad.
Por si fuera poco, la socialmente renacida Sonia Castedo, que llevaba mucho tiempo desaparecida de las redes, ha publicado casualmente en Facebook, donde en su día anunció su renuncia como alcaldesa, que ella es «de Pantera Rosa de toda la vida».
Hay quienes han interpretado en clave político-cinéfila ese mensaje, recordando que el personaje al que evoca el rosado pastelito citado por Castedo tiene tres películas que se titulan «El regreso de la Pantera Rosa», «La Pantera Rosa ataca de nuevo» y «La venganza de la Pantera Rosa».
A Barcala no le preocupa en absoluto porque «la gente está en su derecho de comer lo que le dé la gana, aunque al ministro Garzón no le guste».
Mientras tanto, en Alicante pasan cosas menores como la inminente aprobación este jueves por parte del bipartito PP-Ciudadanos de una normativa municipal que criminaliza a las personas más vulnerables y que lleva por nombre, átense los machos, Ordenanza de Convivencia Cívica. Apoyada por Vox, faltaría más.
Pero eso son otros pasteles. En el muro de las redes de Barcala se ven belenes gigantes, luces navideñas, cafés con jóvenes, visitas a comercios, pero seguro que no se verá a los agentes sancionando a los sintecho o a las prostitutas callejeras.
Eso no da likes, que parece ser que es lo que hoy guía a la política. Al mundo en general, vaya. El ansia por ser socialmente aceptado, admirado y aplaudido.
Aunque para conseguirlo se tenga que perseguir y pisar a los que no son socialmente aceptados, admirados ni aplaudidos, con la excusa de que así se lucha contra las mafias que los explotan.
¿Algún plan social para dar una oportunidad a esta gente, señor Barcala, o nos limitaremos a sancionarles con multas que no podrán pagar?
La ordenanza de la vergüenza, NO en nuestro nombre.