La Nunciatura Apostólica en España ha anunciado hoy el nombramiento del hasta ahora troglodita de San Sebastián como nuevo pastor de la diócesis de Orihuela-Alicante.
José Ignacio Munilla, que tomará posesión del cargo el próximo 12 de febrero, invertirá la tradición oriolana que se remonta a 1566 consistente en que el obispo entre a la ciudad a lomos de una burra blanca, y será él quien porte a cuestas al animal.
En primer lugar porque es vasco y, en segundo, porque para burradas, las suyas.
El prelado donostiarra, cuestionado desde el primer día en su ciudad natal por distintos estamentos, incluido el propio clero, ha protagonizado durante 10 años numerosas polémicas debido a sus ideas reaccionarias.
Entre otras lindezas, Munilla considera la homosexualidad una «enfermedad» y él mismo ha llegado a asegurar ser capaz de «curarla». Quizá su terapia secreta incluya algún «pinchazo» en el culo. Y es que cuando alguien habla de algo creyendo tener tanto conocimiento de causa…
No en vano, las malas lenguas (de otros curas) se refieren a él como el obispo «restaurado». Restaurado es el término que en la jerga de Verdad y Libertad, un grupo rollo secta que imparte terapias de reversión gay en España con ayuda de varios obispos (supuestamente él entre ellos), define a un gay que, tras someterse a sus cursos, se «convierte» a la heterosexualidad.
En este audio de más de una hora de duración y que solamente recomendamos a quienes se hayan agotado todo el catálogo de terror de Netflix, Amazon Prime y HBO, se le oye escupir una sarta de sandeces que solo firmaría…
Que solo firmaría un desalmado ignorante. Alguien con la osadía de publicar un libro sobre sexo siendo cura.
En su despedida en San Sebastián y en relación a su nuevo destino, Munilla ha dicho que se acerca a los cristianos de Orihuela-Alicante «como un mendigo que solo sabe pedir: ¡Rezad por mí!».
¿Ha dicho mendigo? Como le oiga Barcala… Está claro que Munilla no conoce la ordenanza de la vergüenza de Alicante, sacada adelante por el trifachito PP-Cs-Vox y que sancionará muy cristianamente a los indigentes y a las prostitutas que tratan de sobrevivir en la calle.
A la ciudad de la Inacción Social ya solo le faltaba tener un obispo homófobo, antifeminista y antirrefugiados.
Pero Alicante, al contrario que él y que ellos, es una tierra de gentes abiertas, libres, plurales y tolerantes.
Menfotistas, sí, pero hasta cierto punto. Porque lo que no nos la sopla nunca es la discriminación y el odio.
En esta ciudad hay cristianos gais, lesbianas, transexuales, bisexuales… por no hablar de onanistas (nos faltan manos), que no se merecen a un pastor que no los piensa aceptar tal y como son.
En Donosti no lo sabemos, pero en Alicante, llueva o no, nos gusta el arcoíris.
Bienvenido, José Ignacio. Parafraseándole: «¡Lo vamos a disfrutar!». Sobre todo nosotros, la verdad, para qué vamos a engañar a un simpatizante de Hazte Oír.