«Ale, ale, otro caso más. Que sigan viniendo, que luego pasa lo que pasa. Disfruten lo votado, señores».
«La culpa es de ellas, que van enseñando carne de más y saben dónde se meten».
«Si gobernara Vox, esto no pasaría».
«Los Españoles de origen, los Españoles ESPAÑOLES, (los de verdad) no hacen esas cosas».
«Yo no soy racista, pero creo que deberían prohibirles acercarse a nuestras costas».
Estos son algunos de los comentarios (transcritos aquí sin aberraciones ortográficas y gramaticales) que se pueden leer hoy en las redes sociales respecto al ataque de un pez a una bañista en una playa de Elche.
La gente que sabe de todo y por eso se moja comentándolo todo en las redes sociales asegura que el pez que agredió a la mujer era extranjero, no español.
Aunque hay voces divididas en torno a su procedencia, la mayoría coincide en que debe tratarse de un pez de origen magrebí (morus musulmanis), o en todo caso sudamericano (panchis sudaquis) o rumano (amicux deloajenus).
Descartan que sea un pez negro porque estos, puntualizan los expertos tuiteros, son habitualmente peces mantas, ejemplares que cuando salen del agua se dedican a la venta ilegal de productos falsificados.
Tampoco contemplan la posibilidad de que, en el caso de ayer, sea un pez gitano, puesto que los flamenquix antipayox no atacan nunca solos, sino en clanes, y no usan los dientes, sino sus aletas en forma de navajita plateá.
La nobleza patria que cada día ilumina nuestras redes acusa a los medios de comunicación de omitir intencionadamente la nacionalidad de los peces que agreden en «manada» (la palabra cardumen creen que es de otro idioma) cuando se trata de lo que ellos llaman «especies invasoras», y de sí especificarlo, en cambio, cuando se trata de peces blancos.
Otros usuarios lamentan que, tras ser pescados, a los peces agresores «en 72 horas se les vuelve a poner en el mar, como si no hubiera pasado nada, en lugar de meterlos en una pecera de por vida y amputarles las aletas y la cola».
La gran amenaza son los peces menas, ante los que cualquier español de pro solo cabe que entone aquel famoso eslogan de «Pezqueñines ¡No, gracias!».
(A los que han picado el anzuelo y han llegado hasta aquí, que lean ahora la triste realidad)
Qué vergüenza.
Qué pena.
Qué asco.