«Se nos han acabado, ya no quedan, no hay más, lo siento mucho». Así de claro y de rotundo se ha mostrado hoy Alá en una aparición a sus fieles yihadistas, a quienes ruega que dejen de morir matando porque se han agotado las existencias de vírgenes en el paraíso.
Como bien es sabido, hasta ahora Alá venía premiando a los varones muertos en su llamada «guerra santa» con un total de 72 mujeres vírgenes («huríes») para disfrutar de los placeres carnales en el edén.
«Ciertamente para los justos habrá un cumplimiento de los deseos (del corazón); jardines encerrados y vides y mujeres voluptuosas de la misma edad». Corán, 78: 31-33.
Sin embargo, en los últimos tiempos se ha juntado el vertiginoso descenso de estas féminas puras con el desmesurado aumento de locos psicópatas hijos de la gran puta que se llevan por delante vidas inocentes con la promesa de follar como espíritus lo que no han sido capaces en vida.
Ante tal situación, Alá, tras no darle resultado intentar hacer pasar a hombres por mujeres (ver imagen que encabeza este artículo) se ha visto en la tesitura de tener que pedir a su colega Dios que le preste unas cuantas vírgenes, extremo al que éste se ha negado «porque también me las están matando los tuyos, so cabrón».
La promesa de las siete recompensas con la que los sabios musulmanes convencen a los ignorantes fundamentalistas de su religión para que se inmolen asesinando, entre las que figura esa concesión de 72 sensuales vírgenes, va perdiendo fuelle.
Fuentes solventes señalan que los autodenominados soldados del autodenominado Estado Islámico están empezando a temer a la muerte al saber que en el edén no les aguarda más que una eterna, triste y solitaria masturbación.
Las mujeres yihadistas, por su parte, están hasta los mismísimos ovarios de la discriminación, ya que según la doctrina ellas solamente recibirán en el paraíso a un hombre «con el que estarán satisfechas».
Si les sale feo, con micropene o impotente, no tendrán opción de recambio, por lo que anuncian una huelga indefinida de «martiridad».
Satanás, por su parte, ha enviado una carta a todos los dioses comunicando que cerrará las puertas del infierno «a los imbéciles que vienen aquí tras irse voluntariamente de allí arriba porque no tienen dónde meter la polla».
Los asesinos yihadistas o cualquier otro que mate en nombre de una religión, en consecuencia, no tendrán más remedio que irse a la puta mierda, donde pasarán desapercibidos el resto de la eternidad. Amén.
Eso solo lo puede decir hugh hefner.