El Gobierno de España prevé reformar el Código Penal para tipificar el escupitajo como un delito de intento de homicidio.
Así lo ha adelantado hoy el ministro de Justicia al que no le pone nadie puertas, Juan Carlos Campo, quien ha explicado que esta modificación pretende dar respuesta «a la nueva situación en que nos encontramos», en alusión al Estado de Alarma por la pandemia de coronavirus.
«Cuando alguien que está contagiado escupe a otra persona, además de que da mucho asco, puede llegar a infectarla, poniendo así en peligro su salud y, en última instancia, su vida», ha aclarado Campo.
El escupitajo o la amenaza del mismo, incluso con el agravante de gargajo, está siendo utilizado en los últimos días por muchos indeseables como un medio por el cual conseguir sus propósitos, a veces por encima de la voluntad de los demás o hasta infringiendo la ley.
No obstante, preguntado por los periodistas sobre dónde está el límite a la hora de diferenciar entre un esputo doloso y unos perdigones involuntarios, Campo ha recurrido a la ya conocida como doctrina Montero al asegurar que «si no hay testigos, los jueces tienen pruebas testificales y las declaraciones de los testigos».
Campo ha admitido desconocer si la anunciada reforma del Código Penal se aprobará y publicará el último día previsto de Estado de Alarma por la noche o si se dejará ya, si eso, para la próxima vez.
El gremio de futbolistas ha reaccionado de forma iracunda a la medida anunciando que escupirán sobre la misma.
Sea como fuere, los españoles están deseando poner fin a su confinamiento voluntario preventivo para volver a salir a la calle y poder escupir a la cara a sus congéneres sin ningún peligro para el receptor, ni multa o condena para el emisor.
Uno de los que más está sufriendo, en este sentido, es el secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, campeón mundial de lanzamiento de hueso de aceituna con la boca.
Capaz de hacer que su ADN viaje pegado al hueso de la aceituna hasta 19 metros en forma de saliva, el diputado popular está considerado en la actualidad por las autoridades sanitarias como una potencial arma de contagio masivo, al igual que el vicepresidente del Ejecutivo Pablo Iglesias, al que en los mentideros virtuales se le viene atribuyendo en los últimos tiempos una desbocada afición por compartir fluidos corporales fuera del ámbito doméstico.