Como cada segundo jueves posterior al Jueves Santo, hoy tiene lugar la tradicional peregrinación de alicantinos al Ikea de Murcia.
En efecto, miles y miles de alicantinos aprovechan la jornada festiva para desplazarse al Ikea de la vecina comunidad. Esta romería presenta siempre la misma estampa: kilométricas colas de vehículos atascados en la autovía cuyos ocupantes, pese a haber salido bien temprano, rezan a la Faz Divina para llegar antes de que cierren.
Horas y horas de rodar con el coche a cámara lenta para cubrir los ochenta y pocos kilómetros que separan Murcia de Alicante. Pero la devoción por los puzzlemuebles suecos baratos-pero-que-salen-caros es lo que tiene. Algunos recorrerían el trayecto a pie y descalzos si hiciera falta.
Todo sea por hacerse con unos productos de nombres impronunciables, que en Suecia las vocales se cotizan y las pocas que hay llevan diéresis, o por comprar en los centros comerciales próximos al Ikea cosas que podrías adquirir en la propia Alicante. Loralicantinos somorasí, ¿saberoqué?
Fuentes no muy católicas han asegurado a Viscalacant que esta cita anual es el verdadero motivo por el que los distintos gobiernos municipales de Alicante han obstaculizado la implantación en la ciudad de Ikea.
La explicación es lógica: si todos los que forman parte del éxodo a Murcia se quedaran en Alicante al tener aquí el gigante sueco su propia tienda, es de esperar que entonces fueran a esa otra romería secundaria llamada Santa Faz, en la que participan los que no tienen coche y/o los que ya fueron el año pasado a Murcia.
En ese caso la afluencia sería desorbitada y los costes en transporte público, seguridad, atención sanitaria, mistela y rollitos serían inasumibles.
Porque no hay más que comprobar que no hay edición en la que el número de participantes baje respecto a la del año anterior. Es una regla no escrita de los medios de comunicación en Alicante y los policías encargados de facilitar la cifra: se debe añadir a razón de 20.000 personas más cada año, la mitad si caen chuzos de punta.
La devoción por el macrobotellón en la playa ayuda en los últimos tiempos a que la afluencia se dispare. Tanto como el «alquiler» de carros de las grandes superficies. De todas ellas, menos de Ikea, que queda a unas cuatro horas de Alicante si vas hoy.
La recompensa será obtener de regalo con tu compra superior a 100 euros una sábana conmemorativa de la Santa Faz hecha con las llaves de Allen y las arandelas que no faltan en todo mueble de Ikea que se precie (ver imagen que encabeza este artículo).