La plaga de mosquitos que estos últimos días está castigando a los alicantinos se está volviendo insoportable. Bueno, para casi todos… Porque los veganos y antiespecistas de la provincia se están dejando picar estoicamente por estos insectos, ya que su filosofía de vida es contraria a la muerte de cualquier animal y ahuyentarlos es inútil.
Los mosquitos, eso sí, parecen no tener especial predilección por estas víctimas que, pese a ponerles fácil la tarea de chuparles la sangre, la encuentran «insípida y con falta de sustancia», según ha explicado el entomólogo ilicitano Roberto Rojo.
«Los mosquitos tigre prefieren chupar la sangre de gente que come carne, necesitan proteínas a cascoporro», asegura el experto.
Entre los adeptos al veganismo hay una corriente que aboga por «eliminar» a los insectos únicamente cuando estos vayan a «atacarles» o les provoquen algún perjuicio, como los piojos o las ladillas. Además, deben hacerlo de manera rápida, «nunca con espráis que ocasionan una larga agonía».
Este argumento de la «defensa propia» les servirá para algunos bichos, pero les debería obligar a convivir en sus domicilios con las cucarachas, seres repulsivos pero inofensivos y que, como los okupas, no atienden a razones si les pides amablemente que se vayan.
Mientras que los veganos y animalistas dan de comer a los mosquitos, el resto de los seres humanos, los asquerosos asesinos carnívoros, se están autoagrediendo a manotazos para aniquilar a los chupasangres que se posan en sus cuerpos. Cuando no lo consiguen y son víctimas de sus picaduras, se hacen herida, que duele menos que la picazón.
Las fumigaciones no están siendo una solución definitiva para el problema. La Policía Local de Elche ha recibido avisos en Arenales de mosquitos de gran tamaño que estaban forzando las mosquiteras, mientras que en El Altet han sido vistos bailando encima de un aparato de ultrasonidos que supuestamente debe ahuyentarles.
Los investigadores creen que los mosquitos están adoptando trastornos alimenticios de los humanos, como la bulimia, lo que explicaría que picaran una y otra vez, sin parecer saciarse nunca, al escupir la sangre cuando están llenos.
Algunos ejemplares tienen ya un tamaño y peso considerable, lo que ha provocado que algunos cazadores alicantinos salgan a por ellos armados con escopetas. En esta imagen vemos a dos de ellos tras abatir a un mosquito gigante de 6o kilos: