César Sánchez hace esculpir su rostro en el Peñón de Ifach

César Sánchez en el Peñón de Ifach

El presidente de la Diputación de Alicante, el popular no, popularísimo César Sánchez, ha levantado una gran polémica en Calpe, localidad de la que es alcalde, tras cincelar su rostro sobre el Peñón.

Emulando a los presidentes del monte Rushmore, el primer edil calpino encargó a un artista local cuyo nombre no ha trascendido que tallara sobre la roca su perfil.

El resultado no ha gustado en absoluto al pueblo, y no precisamente por su factura (tanto la técnica como la económica), pero en cambio ha fascinado a la pléyade de incondicionales de Sánchez, que tras salir de misa este domingo comenzaron a comercializar postales con la controvertida nueva silueta del Peñón en los quioscos locales.

«Ya sabíamos que tiene mucha cara, y además muy dura, esto no era necesario», han indicado a través de un comunicado sus detractores, cansados también de ver en el Facebook cada dos por tres vídeos publicitarios de la Diputación a la mayor gloria del omnipresente político.

César Sánchez quiere ser Patrimonio de la Humanidad

Por si fuera poca la polémica que ha provocado «tatuando» su perfil sobre el Peñón de Ifach, el «presinfluencer» César Sánchez ha sorprendido hoy a propios y a extraños al autoproponerse como candidato a ser declarado Patrimonio de la Humanidad.

El dirigente ha señalado que «no lo hago por mi humilde persona en absoluto, sino para poner en valor el trabajo que desde la institución que tengo el honor de presidir se hace para el desarrollo y bienestar de todos los pueblos de nuestra provincia».

Sánchez ha asegurado ser consciente de que la concesión de este reconocimiento de la Unesco es para sitios específicos del planeta que destacan por su importancia cultural o natural. «Precisamente por eso hice que el Peñón luciera mi cara», explicó.

El diputado Fernando Sepulcre ha manifestado que apoyará la moción a cambio de que su cara «se esculpa también, aunque sea más chiquitita» en alguna parte del Castillo de Santa Bárbara. «Posaría gratis, ¡eh!», añadió el tránsfuga.

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