El Ayuntamiento de Alicante ha anunciado hoy que la ciudad cuenta con un nuevo récord Guinness tras el logrado hace días por el Belén monumental.
En esta ocasión, un juez de Guinness World Records, John Wall, ha confirmado telemáticamente que Alicante posee el mayor número de vallas por habitante de todo el planeta: 5,7 por cabeza.
El concejal de Fiestas que no hay, Manuelo Jiménez, ha celebrado la consecución de otra marca mundial que «certifica que en nuestra ciudad se guardan las distancias» y que «pondrá todavía más a Alicante en el mapa internacional».
«La gente querrá venir a Alicante a ver las vallas«, ha dicho con rotundidad el popular edil. No lo tendrán difícil, pues es raro dar cuatro pasos en la ciudad sin toparse con ellas. Vayas por donde vayas, vallas.
Esta misma mañana, sin ir más lejos, en la Rambla se podían contar al menos 13 vallas. Algunas de ellas llevan más de 48 horas puestas, motivo por el que, rotas de cansancio, se han tumbado a echar una cabezadita.
Las vallas en Alicante no sólo forman parte desde hace tiempo del paisaje urbano, sino que son elementos clave para el funcionamiento de la ciudad, y no precisamente por su contribución a la peatonalización.
¿Que hay un bache? Lo cercamos con unas vallas. ¿Que una escultura está dañada o hay una farola con los cables por fuera? Las rodeamos de vallas.
¿Que los agentes de movilidad prefieren la comodidad de cerrar viales al tráfico en horas punta? Se ponen unas vallas y listo.
¿Que quieres que los alicantinos no se acerquen a algo? Pues creas un bache y colocas unas vallas alrededor. En este caso también servirían libros.
¿Que tenemos concejales que sirven de poco o nada? Les pondríamos unas vallas, de no estar ya todas ocupadas.
Y es que las vallas suelen ir siempre en parejas, como la Guardia Civil o como Luis Barcala y Mari Carmen Sánchez.
El Ayuntamiento quiere rentabilizar al máximo el nuevo registro mundial y tiene ya preparada una campaña de promoción que se titula «Vaya, vaya, aquí sí hay vallas» e incluye visitas guiadas.
El bipartito promoverá también el apadrinamiento de vallas, de manera que cualquier ciudadano que vea una abandonada podrá llevársela a casa, una decisión que han elogiado mucho aquellos rumanos con especial querencia por los metales ajenos.
Gabriel Echávarri, cuya opinión importa a la inmensa mayoría de la ciudadanía que le recuerda, ha dicho «sí, también me gusta» sobre la proliferación de vallas en Alicante, aunque considera que se está desperdiciando la oportunidad de colgarles adornos navideños para integrarlas totalmente estos días en el ambiente festivo.