Jugada maestra de Pablo Casado nada más aterrizar como líder del Partido Popular. El nuevo presidente del PP ha pedido al hasta ahora portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados, Rafael Hernando, que abandone su cargo, renuncie al partido y se afilie a Ciudadanos.
Casado ejecuta así un movimiento táctico sorprendente e inesperado, y que tiene dos objetivos fundamentales: por un lado, introducir un «caballo de Troya» en el seno de la formación comandada por Albert Rivera; y por otro, quitarse de encima a un político que, a juicio del nuevo líder popular, «no parece suficientemente de derechas».
Desde el partido naranja han aceptado a regañadientes que se integre en sus filas el siempre controvertido Rafael Hernando, pero «si paga la cuota y se siente español, bienvenido sea».
Hernando cambia así de chaqueta por primera vez desde que en 1987 fuera nombrado presidente de Nuevas Generaciones de la entonces Alianza Popular. O sea.
Desde Ciudadanos han valorado también como positivo que, al igual que hizo Rivera, Hernando admitiera en su día que de joven había fumado algún porro.
Sin embargo, el ya ex portavoz parlamentario popular fue más allá al reconocer haber tomado «alguna anfetamina para estudiar» y asegurar que «no le avergonzaba ni daba miedo decirlo».
Pablo Casado, en cambio, nunca ha tenido que tomar anfetaminas para estudiar. Pausa para pillarlo. ¿No? A ver si así: Pablo Casado, en cambio, nunca ha tenido que tomar anfetaminas para estudiar.
Por su parte, Pedro Sánchez, que lo más fuerte que tomó de joven fue Roacután, ha considerado un caso de «vergonzoso transfuguismo político» el traspaso de Hernando del PP a Ciudadanos.
«Estamos de acuerdo en que es irse de la matriz a la marca blanca, pero dice poco sobre su coherencia política», dijo el líder socialista mientras se reunía con su gran nueva amiga Susana Díaz. ¿Pausa para pillarlo? Esta vez no hace falta, ¿verdad?