Los bañistas de la Playa de San Gabriel, que desde hoy cuentan con servicio de socorrismo, una histórica demanda vecinal, han reclamado al Ayuntamiento de Alicante mejores servicios y accesos al arenal.
Muchos de ellos, que debido a los años de chapuzones continuados en las aguas de esa zona se han convertido en mutantes, tienen serias dificultades para desplazarse con normalidad (sus piernas se han transformado en una especie de patas de animal), aunque por contra la mayoría ha desarrollado anosmia, esto es, incapacidad total para percibir olores, algo que se agradece en el lugar.
La calidad del agua de la playa de San Gabriel, anexa a la desembocadura del Barranco de las Ovejas, se sitúa en niveles de contaminación a medio camino entre Fukushima y Chernóbil, según fuentes autorizadas de Ecologistas en Inacción.
Sin embargo, la concejala de Turismo de la ciudad, Ana Poquito Mas, experta en geografía local, quien se ha referido en nota de prensa al citado arenal como «San Gabriel-Benalúa» (¿por qué no Gran Vía Sur o Miguel Hernández, que están antes?), ha querido quitar hierro al asunto señalando que la zona cuenta con las mismas deficiencias que cualquier otra playa.
La edil, para la que el extrarradio es dar diez pasos más allá del Zara de Maisonnave, ha asegurado que en breve se habilitarán unos lavapezuñas para que los bañistas mutantes de este (in)flamante litoral alicantino puedan quitarse las algas adheridas a sus extremidades inferiores, así como unos dispensadores de cremas para aliviar la urticaria en la piel para aquellos primeros visitantes.
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