Los denodados esfuerzos que realizó Gabriel Echávarri durante su etapa al frente de la Alcaldía de Alicante para que la ciudad tuviera una casilla propia en el popular juego del Monopoly dieron sus frutos, pero poco le va a durar el gozo.
El juego de mesa de Hasbro ha anunciado que en su edición de 2020 ubicará a las ciudades en aquellas casillas por las que mejor se les identifique. Alicante tendrá el dudoso honor de ocupar una nueva demarcación del tablero, que no es otra que El Vertedero, ilustrada con el famoso emoticono de una caca.
Los jugadores cuyas fichas recaigan sobre esta casilla serán castigados con cinco rondas sin tirar el dado o a esperar hasta que llegue el «camión de la basura», esto es, otro contrincante pase por allí.
El alcalde de Alicante, Luis Barcala, ha lamentado la decisión de Hasbro, que ha tachado de «subjetiva» y «destructiva» para los intereses de la ciudad.
Su predecesor en el cargo ha aprovechado la ocasión para ejercer su principal hobby desde que dejó la política: despotricar en Facebook.
En su comentario sobre la nueva casilla de Alicante en el Monopoly, el enésimo juguete roto de Ángel Franco afirma que «el señor Barcala está dilapidando en poco tiempo lo mucho bueno que logró este servidor para Alicante». Echávarri ilustra su post en la red social con una imagen en la que sale barriendo su calle.
Alicante no es la única ciudad que va a salir malparada en la nueva edición del Monopoly. Benidorm tendrá una casilla de trileros y quien recaiga en ella deberá desprenderse de tantas propiedades en su haber como número le hubiera salido en el dado. Un timo en toda regla.
Peor, sin embargo, es el caso de Barcelona, que estrenará una casilla de gueto de navajeros y el jugador que caiga allí, se quedará sin nada. La alcaldesa de la Ciudad Sin Ley, perdón, Condal, Ada Colau ha dicho que ella ya vivió en un sitio así.