Como un auténtico jarro de agua fría ha caído entre los alicantinos la confirmación por parte del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana de que la hostelería seguirá cerrada de momento y hasta que la Generalitat lo considere necesario.
Los magistrados consideran que mantener cerrados los restaurantes, bares y cafeterías es una medida que se ha mostrado efectiva para contener la propagación del coronavirus.
Tanto o más que la reciente moda de salir a manifestarse en masa y destrozar mobiliario urbano, una práctica tan cara que a más de uno le está costando un ojo de la cara.
Una encuesta del CIS de Tezanos realizada minutos después de conocerse el auto judicial ha revelado que el 90% de los alicantinos ya no recuerda con qué mano sujetaba el cubata.
La amnesia colectiva ha derivado en una polarización cuasi bélica en la sociedad alicantina, entre los que defienden que se hacía con la izquierda y los que sostienen que era con la derecha.
El 10% restante eran abstemios antes de la pandemia y ahora han empezado a beber en casa y con las dos manos indistintamente.
La inmensa mayoría de los alicantinos tampoco recuerda ya cuáles eran las fases de la embriaguez, ni los efectos del garrafón, ni tan siquiera los nombres de los locales que visitaban asiduamente.
Sin embargo, todos se acuerdan de las madres de los gobernantes que hoy jalean los disturbios y animan a los suyos a salir a la calle en concentraciones de apoyo a un delincuente enchironado, al mismo tiempo que al resto nos tienen confinados perimetralmente y nos imponen un toque de queda, entre otras medidas restrictivas.