El Hércules CF ha anunciado esta tarde que exigirá pasar el test antidroga a los DNIs de los dirigentes del Valencia CF que acudan al Rico Pérez en el partido de vuelta contra el Mestalla.
Sólo si el test es negativo, siempre que hayan nacido en un radio de 3 kilómetros respecto del centro de Valencia, sepan cantar la Manta al Coll de pe a pa, aguanten el humo de puro y sean capaces de abrochar todos los botones de las camisas de Portillo, los mandatarios podrán acceder al palco del estadio alicantino sin ningún problema.
El presidente del Valencia CF, Anil Murthy, que se supone que es diplomático de carrera (toca’t els ous…), lo tendría chungo en caso de venir a Alicante para hacerse fotos en plan instagramer, como acostumbra en los palcos. Porque es de Singapur, que los demás requisitos no sabemos si los cumpliría.
Estas medidas restrictivas «absolutamente excepcionales» se adoptarán como represalia ante el humillante episodio sufrido hoy por la afición herculana en Paterna, donde el club che dio orden de negar la venta de entradas a los nacidos en la provincia de Alicante. Una medida inaudita, indignante, discriminatoria y denunciable.
La «diplomática» idea ha dejado fuera de la Ciudad Deportiva a aficionados valencianistas nacidos en tierras alicantinas, y ha llevado al hermanamiento de la hinchada del Mestalla con la del Hércules, pues ha habido valencianos que han prestado sus documentos de identidad a los alicantinos para que pudieran comprar las entradas.
Un gesto bonito que demuestra que el verdadero fútbol está siempre en las gradas, a veces en el césped y casi nunca en los despachos y los palcos.
En lo deportivo, un meritorio empate sin goles del Hércules a domicilio, que jugó sin siete de sus jugadores convocados por ser nacidos en la provincia de Alicante, a los que tampoco se dejó entrar al estadio: Nani, Samuel, Álvaro Pérez, Juli, Candela, José Fran y Salinas.
Siete aficionados herculanos que habían olvidado el DNI en casa, pero que dominan a la perfección el valenciano apitxat, convencieron a los taquilleros de que eran de Valencia capital y pudieron jugar con el equipo de Planagumà para completar la plantilla reglamentaria.
El árbitro del encuentro, el madrileño Gálvez Rascón, se las vio y se las deseó para poder entrar al campo tras admitir a un utillero local que había veraneado estas vacaciones en Torrevieja.